viernes, 30 de abril de 2010

SACANDO AL PEQUEÑO DIABLILLO

Queridos pecadores y pecadoras, seguidores de este su diablo particular:
En algunos lugares hoy se festeja el "día del niño" así que no quise dejar para después lo que ahora puedo hacer y desde temprano reflexioné sobre algunas cosillas que seguramente todos ustedes, al igual que yo guardamos en el baúl etiquetado con la palabra infancia, ¿Se acuerdan cuando lanzabamos al aire frases tan retadoras como "el último en llegar es huevo podrido" o cuando para solicitar tiempo fuera en el juego expresabamos "pido" y automáticamente nos revestíamos de inmunidad; y qué sabroso era tomar decisiones simplemente diciendo "chinchampú" o el equivalente "piedra, papel o tijera" y si no, pues el socorrido "de tin marín...",
y quién no grito como becerro en el matadero cuando alguien nos pasaba el estigma diciendo simplemente "tú las traes", no sabíamos ni qué traíamos, pero qué divertido.
A poco ustedes nunca rompieron relaciones diplomáticas con un contundente "cortalas"; y ante los retos más difíciles la inquisidora frase " ¿te vas a rajar? o el sexista "niña el que se raje".
¡Qué tiempos aquellos cuando nuestros peores enemigos eran el agua, el shampoo, el peine y el cepillo de dientes!
¿Nunca les pasó que lo que no nos gustaba de la comida, se lo dabamos discretamente a la mascota más cercana? ¿y esas inolvidables y clandestinas excursiones a la alacena para robarnos los caramelos y galletas?
Vaya, si ustedes creían que el Sátiro Satanás no tuvo infancia, supongo que ahora les queda claro que no fue así, por lo tanto, les recomiendo que no sólo en días especiales dejen salir ese pequeño diablo que todos llevan dentro, sáquenlo siempre, atrévanse a jugar con el tiempo, o ¡SE VAN A RAJAR?, piensen que como buenos pupilos míos, tal vez se les cumpla llegar al averno y si no saben jugar con el tiempo, no podrán con la eternidad.
Estas palabras las dedico muy en especial a Beth, la pequeña y simpática niña de las trencitas con lacitos color rojo diablo.
¡FELIZ DÍA DEL NIÑO!

lunes, 5 de abril de 2010

EN EL MAR LA VIDA ES MÁS SABROSA...

Después de tanto meditar acerca del lugar donde quería vacacionar, terminé por solidarizarme con la gran mayoría de los habitantes de la Ciudad de México, aquellos a los cuales los salarios mínimos (ínfimos, para mayor exactitud) ya no alcanzan para vacacionar en las paradisiacas playas de Cancún y Acapulco y por lo tanto se tienen que conformar con las playas artificiales, que en un arranque de extravagante inspiración, el jefe de gobierno de D. F., Marcelo Ebrard, mandó crear en sitios estratégicos de la contaminada ciudad, siguiendo concienzudamente las reglas de aquello que reza: "al pueblo: pan y circo".

Pues bien... después de elegir mi traje de baño conforme a lo que dicta la moda, me lancé a la playa y para ello tuve que sufrir uno que otro pisotón en el abigarrado metro. Cuando llegué a mi destino, me percaté que si no fuera por las influencias que tengo con el delegado de Azcapotzalco, no hubiera podido echarme una nadadita, pues para alcanzar lugar hay que llegar aproximadamente a las 4 de la mañana y para ello deben salir de sus casas por ahí de las 2 de la madrugada, eso sí, con su llantita y su cama inflables bajo el brazo.

Este ingenuo diablo que les cuenta sus avatares, creía que el "realismo mágico" era sólo parte de "Cien Años de Soledad" o de "El Llano en Llamas", o en el peor de los casos, lo que ví en la "playa", únicamente podía ser producto de la imaginación de Don Gabriel, no me refiero a García Márquez, sino a Gabriel Vargas, creador de "La Familia Burrón"... pero no, ahí estaban... centenares de individuos de todos los sexos, estaturas y colores, la gran mayoría tan obesos que parecían emanados del pincel de Botero, todos ellos nadando por demás alegres y conformes, en un caldo humano que a fuego lento se cocinaba en esas albercotas inflables que en su conjunto contenían aproximadamente 4 millones de litros de agua, mientras muchas colonias de la gran ciudad no cuentan con el preciado líquido ni para cepillarse los dientes... ¿y la arena?...pues se la fueron a robar de las verdaderas playas de Veracruz. El costo... más o menos 20 millones de pesos, que por supuesto se pagan con los impuestos de miles de capitalinos que se torturan a diario con la pregunta ¿qué vamos a comer?

Pero en fin, ya estaba ahí y había que disfrutar el momento, así que aprovechando la melodía que se escapaba casi a fuerza de una radio cercana y que decía más o menos así: "...que una concha nos sirva de abrigo, con música de brisa y adornos de coral; y al vaivén de las olas tranquilas, los peces de colores nos lleven a pasear..." , en ese sublime momento cerré los ojos y cuando después de un rato los abrí, no supe ni cómo, pero estaba yo, el Sátiro Satanás, bien abrasado de una lindísima sirena (como la de Rigo Tovar), bueno, no estaba tan linda, pero de que tenía lo suyo, lo tenía...

Al medio día y con un hambre de todos los diablos y las nalquitas bien asoleadas, salí del agua y pude saborear todo tipo de fritangas: quesadillas, pambazos, taquitos dorados, tortas de romeritos y por supuesto una cerveza bien fría de cuyo precio no hablo, pero estuvieron a punto de cobrármela en euros.

Cansado de tanto "vacacionar", hoy decidí regresar al infierno y lo que me quedó claro en estos días de asueto es que mi infierno no es el único...

Y a ustedes ¿cómo les fue? cuéntenme.

Ya en la tranquilidad de mi alcoba estoy leyendo APOCALIPSTICK de Carlos Monsiváis, obra que les recomiendo ampliamente si quieren saber más de las deliciosas extravagancias del Distrito Federal.

Besitos y hasta la próxima.