Señores, la empresa va mal. Este año, los resultados son realmente dramáticos, para qué nos vamos a engañar. Los ingresos por aportaciones de socios han ido menguando hasta el punto de que a duras penas podemos mantener nuestras modestas delegaciones provinciales ni, si me apuras, las sucursales locales de que ellas dependen. Es más, los nuevos socios son cada vez de mayor edad, casi todos jubilados, con el correspondiente descenso en su poder adquisitivo medio. Y eso afecta a nuestra cuenta de resultados.
La frecuencia de asistencia a nuestros actos ha caído hasta mínimos históricos. Si hace apenas seis siglos el socio acudía 3,5 veces por semana, hoy este indicador no llega al 0,2. Y recordemos que, según los estatutos fundacionales, el socio tiene la obligación explícita de acudir por lo menos una vez cada siete días, preferiblemente en domingo.
El único dato que nos mantiene a salvo son los enlaces entre socios, que siguen aumentando, gracias a las películas americanas con final feliz y a ese maravilloso y herético invento llamado divorcio, que ha dado pie a una rentabilísima oleada de nulidades matrimoniales y vueltas a empezar.
De todos modos, nuestra Dirección General tiene cada vez más problemas en mantener un patrimonio y un nivel de vida que, por sencillos que parezcan, también necesitan actualizaciones, revisiones y ampliaciones.
Si a esto añadimos el decremento en ingresos por declaraciones de renta, las infundadísimas denuncias por devaneos con menores contra algunos directores regionales y el auge del yoga y el pilates como nuevas formas de ver el mundo, entenderán que ya no podemos seguir comerciando con la Vida Eterna de la forma en que veníamos haciéndolo hasta ahora. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Y hay que hacerlo ya.
Hay que captar al público joven. Misas en latín, si, que mola más, pero también sacramentos por chat, catecismos punto com, hostias sin azúcar, agua bendita antiespinillas, confesiones por sms enviando PECADO espacio NOMBRE y tu tipo de pecado al 666, y el videojuego para todas las consolas Heaven raiser-Believe or die, son algunas de las medidas extraordinarias que pondremos en marcha durante el transcurso del próximo año del Señor.
Además, hay que amortizar nuestro merchandising. A partir de ya, la cruz, nuestra cruz, llevará asociados, a su izquierda, el símbolo de Copyright, y a su derecha, el de Trade Mark, en sustitución de aquellos moribundos ladrones de los cuales al fin y al cabo nadie obtiene beneficio.
Y para terminar, con la intención de incentivar la asistencia a la tienda, instalaremos plasmas de 50 pulgadas detrás de todos y cada uno de los altares, emitiendo las 24 horas. Durante el día, un reality de humor, conectando en directo con la vida de los personajes que estén siendo propuestos para su beatificación, tales como Bill Gates o Bono de U2. Así la gente podrá ser testigo de sus milagros y votar al favorito. También un talk show bien polémico sobre todo aquello que condenamos: los condones, la homosexualidad, el aborto, la masturbación, la eutanasia y cualquier otro tema del que a la larga acabemos sacando tajada. Por la noche, el Teleenmienda, con ofertas quincenales de cilicios, flagelos y escapularios, apúrese que son sólo hasta fin de mes.
Y por las tardes las emisiones estarán reservadas para el partido del domingo, los diálogos de Woody Allen, el sexo en grupo, o cualquier otra disciplina que consiga lo que nuestra empresa ya no es capaz de conseguir: Devolver la fe.
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