lunes, 5 de octubre de 2009

AÑORANZAS DEL CHAMUCO

No siempre me dedique a lo que ahora me dedico, pues antes de llegar a este cálido recinto, tuve varias profesiones; hoy les hablaré sobre dos de ellas: fui clown y fui dentista, este último oficio más parecido al que ahora ejerzo, dado que hubo quien expresó:”preferiría el infierno antes que ir al odontólogo” o “tengo un dolor endemoniado”
Como payaso ejercí ocho años, tiempo suficiente para comprender la sociología de estos personajes, pues resulta que mientras estás caracterizado con una enorme nariz roja, peluca color zanahoria, una gran boca sonriente y como atuendo un estrafalario chaquetón de colores acompañado por ridículos zapatones, detrás de cada individuo con el que te topas hay oculto un tierno y a veces asustadizo niño, que sin pudor alguno te saluda moviendo suavemente su mano y diciendo invariablemente ¡Adios payasito! con una sonrisa en la boca.
Cuando hablo de la metamorfosis que sufre la gente ante el clown, no sólo me refiero a niños, sino a borrachines, parias, punk´s, rokeros, diplomáticos, niñas fresa, y todo tipo de persona que acudía a la fiesta donde me presentaba.
Sin que Currucutaco (mi nombre de clown) lo solicitase, la gente ofrecía, emocionada, propinas que muchas ocasiones rebasaban por mucho el precio del show.
Los mexicanos son así, si de festejar se trata “echan la casa por la ventana” y se ponen espléndidos aunque días después no tengan recursos para comer, tan es así que al salir de cada hogar donde se habían contratado mis servicios, salía con las manos ocupadas con bolsas repletas de dulces, pastel, bocadillos, con parte de la piñata y en alguna ocasión con dos pollos fritos.
Créanlo o no, por las noches, en el camino a casa repartía el botín entre los niños que duermen en las calles, debajo de un puente, sólo cobijados por el calor de sus perros quienes también esperaban ansiosos el banquete.
En la época de dentista fue satisfactorio mitigar las dolencias a los “pacientes” aunque casi siempre eran los seres más impacientes que haya visto y quienes de continuo solicitaban un servicio sin dolor, de buena calidad y sobre todo barato ¿acaso creen que los dentistas son ángeles que no necesitan comer?
Así que no se queden con la idea de que siempre fui un pobre diablo, pues cuando ejercí ambas actividades nunca faltó dinero en mis bolsillos, era distinto a mi actual empleo, donde no hay paga ni descanso, ni días festivos, donde todos los días hace calor…
¡Ahhhhh!... creo que añoro mi vida terrenal, aunque quién sabe, pues me acabo de enterar que en México, de donde soy originario, pretenden decomisar a los trabajadores, el dinero de sus ahorros para el retiro (AFORES) para invertirlos en obra pública ¿de qué se trata? Acaso no basta a las autoridades la cantidad de impuestos que le imponen a los trabajadores? Y lo que es peor: si les resulta el negocio, los mexicanos serán “recompensados” con ciertas regalías cuando se jubilen, las cuales sólo servirán como es costumbre para comprar medicamentos para las reumas, la ciática, la diabetes, etc. Y si no resulta… pues entonces ya se fregaron aquellos que trabajaron toda su vida pensando en tener un retiro digno. Y mejor aquí la dejamos porque ya me puse de un humor de todos los diablos. ¡Abur!

3 comentarios:

  1. Apreciado señor Diablo, por favor no se autodenomine más anteponiendo a su nombre el adjetivo "pobre". Y con esto no hago referencia al capital económico del que pueda o no disponer, el cual desconozco por completo, pero si ese "pobre" se refiere a escasez de cualidades tales como inteligencia e ironia, así como la capacidad de hacer sabias reflexiones, a usted se le podria denominar "rico" diablo.

    Una vez dicho esto, de lo cual le pido tome buena nota, he de decirle que su artículo me ha hecho pensar el porqué no existen dentistas-payasos. Creo que seria una buena asociación: la gente acudiria a ellos provista de todo tipo de regalos, al tiempo que el miedo que pudieran tener quedaria en gran modo mitigado. Arrancar un muela: un pollo, arrancar dos: un pollo y un bocadillo, etc. Incluso por qué no festejar en la consulta las celebraciones? Aunque claro, quizás esto implicaria el que en dentista-payaso tuviera que pedir ayuda a otros colegas para atender sin demora la cantidad de invitados-clientes que pudieran presentarse. ¡¡Cuantos niños que duermen por las calles podrian salir beneficiados!!!

    Arrancar dientes al tiempo que se arrancan sonrisas de felicidad para luego regalarlas a los más necesitados.

    Con todos mis respetos me despido de usted, no sin antes ofrecerle, por si lo necesita, un abanico o un ventilador para que pueda sobrellevar mejor el calor que hace en su morada (no hablo de aire acondicionado, pues podria ser perjudicial para su salud).

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  2. Don Diablo (será el de la canción de Bosé?), tocó usted un tema que en lo personal me dolió, ya sé que eso es parte de sus diabluras, asi lo debo entender y pues me aguanto como los meros machos, pero me puse a imaginarme en que si de casualidad llegara a esa jubilación, (creo que nadie de los de la clase obrera o empleados de nivel medio para abajo) pueda decir que sea digna, como usted Don Diablo menciona, y de repente me digan, pues como invertimos lo que usted tenía y el negocio no prosperó, aquí le tenemos unos cuantos costales de cemento y una docena de ladrillos para que los ponga donde mejor le parezcan y espere tranquilamente que se lo lleve "el diablo".
    Uff, que mala pata.

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  3. Así es mi querido Beto, o sea que al final de años trabajando nos retiraremos sintiéndonos orgullosos de haber contribuido para que nuestra patria sea un país perfectamente acondicionado con segundos y terceros pisos de vías mientras a los jubilados nos lleva el sátiro satanás, pues en México, una persona mayor de 35 años ya no es aceptada como empleado en ninguna parte. ¡Qué mala pata de cabra!

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